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Reserva Cognitiva

Vamos al salón de belleza, al gimnasio, gastamos miles en estética, en cremas antiarrugas y muchos viven en el cirujano plásticos, hacemos lo que esté a nuestro alcance para evitar o enlentecer el envejecimiento. Sin embargo, cuando hablamos del envejecimiento cerebral, ¿Que estamos haciendo para apostar a una vejez lúcida?. La neurociencia vino al rescate. Existen múltiples factores como el ejercicio, la meditación y la sana nutrición que aportan a nuestra salud cerebral. No obstante, el mayor de los recursos que tenemos para enlentecer los procesos de envejecimiento cerebral es el aprendizaje. Esto sucede porque la educación formal estimula lo que llamamos la Reserva Neurocognitiva. Esta llamada reserva no es otra cosa que la capacidad que tiene el cerebro a resistirse ante lesiones, enfermedades neurodegenerativas y envejecimiento normal. La reserva cognitiva se refiere a un constructo neuropsicológico que propone que la estimulación adecuada y prolongada crea tolerancia a nivel estructural cerebral. ¿Cómo se reflejará esto en nuestra conducta? Estudios post mortem encontraron que pacientes con mayor reserva cognitiva, aunque presentaban lesiones cerebrales fuertes, no presentaban síntomas clínicos significativos, mientras que pacientes con cerebros “normales” pero con menor reserva presentaban mayores síntomas clínicos como lo son, problemas de memoria, desorientación, problemas en el habla, demencia y problemas motores (Stern,2012).

Ahora bien, la pregunta es, ¿cómo podemos desarrollar dicha reserva y cómo la estimulamos? Investigaciones apuntan a que la clave está en la exposición prolongada y continua al aprendizaje, como también participar de ejercicios que ofrezcan novedad y desafío a la rutina. El ocio sano, la exposición a experiencias nuevas y alteraciones a nuestra rutina como puede ser, lavarse los dientes con la mano contraria, tomar rutas nuevas para llegar a su casa, memoriza listas del supermercado, aprender un oficio, tratar de distinguir ingredientes específicos en nuestras comidas, hacer matemática mental, aprender un nuevo idioma o un instrumento…En fin cualquier actividad que suponga una experiencia innovadora, entretenida y nueva para nuestro cerebro. Apostemos a una vida llena de nuevas experiencias y estaremos ayudando a mantener un cerebro joven y saludable.


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